
Una noche de idas y vueltas, de botellas y vasos, de abrazos, de besos, de contorneadas caderas moviéndose al compás de la música y despedidas emotivas por breves viajes a buscar algo de valor en pocos meses, recordaban lo que fue una vida de personas hace varios años, cuando aún infantes escuchabamos por todos lados a 3 hombres, una velada que presagiaba la reunión de miles de almas en un coloso que ve a menudo lágrimas por derrotas vergonzosas, pero que en menos de 24 horas verían lágrimas de euforia.
Esa noche se convirtió en día y trajo consigo dolores de cabeza y una sensación de sequía en la garganta, sin embargo nada podía interferir en que nos juntáramos a las 3 de la tarde para asistir al concierto de unos de los grupos que cambió el rock 'n roll en sudamérica: SODA STEREO.
Luego de una regular caminata y pocos minutos de cola, nos sumimos en una larga espera, 5 horas sentados en la gradería del Nacional, que pueden ser tediosas, un instante efímero de vida pero una eternidad impaciente.
Durante de espera conocimos una generación anterior que nos enseñó que no asistíamos por razón absurda, su espera era casi tan larga como nuestra vida, alrededor de 20 años, y nos mostró que las diferencias no eran muchas entre sus manías y las que a nosotros nos encierran, aparte contribuyó el hecho de que uno de ellos se quería comer a la única femina del grupo.
Luz...Cámara...ACCION
Mas o menos eran las 8:40 de la noche y vimos como se encendían las pantallas laterales acompañadas de la central reproduciendo una horrible video sobre la música, aburrimiento total, pero era un precio que debíamos pagar para poder ver a nuestros ídolos.
De repente todo se oscureció y se dejaron escuchar las primeras vibraciones de una guitarra azul eléctrico, y bajo beige con marrón y una batería cuyos platillos parecían soles pequeños.
Entonces comenzó todo:
Todas las razas, edades y condiciones sociales se transformaron en un solo ser, se volvieron un ente dispuesto a escuchar lo que estos 3 poetas tenían que decirnos, lo que por años y décadas habían preparado.
De repente comenzaron con un juego de seducción, que nos indujo a sus letras y causó una telekinesis, absorviéndonos de modo tal que gracias a las imágenes retro pudimos saborear distintas texturas musicales, pasando de un estado a otro, cayendo profundamente en éxtasis como hombre al agua.
No habían pasado muchos minutos, pero eran tales los movimientos de las emisiones sonoras que de pronto Lima se volvió la ciudad de la furia, y es que, conforme Cerati iba cantando líricas compuestas hace tantos años pero que trascendieron la emoción era incontenible. Dados los gritos y el hambre mucha gente degustó de un delicioso picnic en el 4b, y fueron unos minutos después que SODA enloqueció, y con gritos, rajes de cuerdas por parte de Gustavo y Zeta, y los golpes como latidos de Charly, acompañados de las más locas imágenes, los asistentes tomaron sus cámaras e hicieron zoom, y luego pasó el temblor.
Luegon vinieron canciones más relajadas, pero no por eso vanales, las cuales nos daban signos, de lo que significaba SODA en las personas, y en esos momentos las pantallas fueron las amigas del público, así se cayó a una sobredosis de tv.
Un ritmo irregular iba a atrapando a propios y extraños, y a esa hora de la noche, gracias a distintos "productos", algunos tenían remolinos en la cabeza. Mientras tanto, el estadio se levantaba para poder ver cada vez mejor a sus ídolos en vivo y no por una persiana americana.
Y fue ahí que se anunciaba el clímax de la presentación, que nos hacía viajar un millón de años luz fuera del planeta, moviéndonos al compás de una danza rota, para terminar esta primera parte con un sonido de música ligera.
Ceratti, Bosio y Alberti, salian del escenario por unos minutos, mientras que miles de almas confusas dejaban el estadio, solo para luego correr a toda máquina pues el show no había terminado. Esos últimos minutos parecían inacabables, y la grabación será siempre un disco eterno,un espectáculo que todos siempre recoradarán después de la caída del sol.
En los últimos instantes de gran música los chicos comunicaron que el término del espectáculo no era nada personal, y para salir como los grandes nos dijeron que nos hacían falta vitaminas. Gracias a su aviso, las más de 50 mil almas en el Nacional llegaron a un orgasmo auditivo, y a un grito y coro extasiados.
Luego de lágrimas y un saludo a la bandera rojiblanca, Gustavo Cerati, Hector "Zeta" Bosio y Carlos Alberto Ficicchia (Charly Alberti), se despidieron con un "GRACIAS POR TODO".
Y así todos salimos del lugar que por más de 8 horas se volvió el más maravilloso de Lima, conversando, comentando y llorando, pero sabiendo que los integrantes de SODA STEREO y nosotros, siempre seremos PROFUGOS.
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